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martes, 26 de enero de 2010

Media maratón Getafe 2010 (Impresiones)


La cafetería del estadio Juan de la Cierva está bien surtida. Hay todo tipo de bebidas, licores, bocadillos, bolsas de patatas fritas y más. Desde allí se ve el campo de rugby y se nota que el buen funcionamiento de la cafetería depende de la habitual presencia de los aficionados a este deporte. Un vez al año llegan los carreristas de la media maratón y también hacen uso del estadio. No solo de la pista de atletismo. Igual te puedes comer unos bocadillos de panceta que tomar unos cafeses que unos tes, no había te verde que es lo que demandaban unos carreristas que estaban al lado de los runners de la Elipa mientras daban cuenta del cafeto.

- La panceta la dejamos para después de la carrera
- ¡ Mejor unos callos!

La salida de la media, que es cuesta abajo, se hace a toda velocidad. Al menos a los runners de la Elipa así se lo parece, de modo que para no contagiarse de esté frenesí adoptaron un ritmo trotón desde el principio, tanto, que detrás de ellos solo se veía una moto de la organización y la estela vacía que habían dejado los casi tres mil corredores.

Hacia el primer kilómetro sucede la primera caída al pisar un carrerista el bordillo o rebaje de calzada. Menos mal que al ser de los últimos no hubo sustos ni pisotones y además los de la ambulancia estaban por allí cerca. El paso por el primer kilómetro fue a cinco treinta y uno.

- Vamos a dosificar que esto es muy largo.

Y se pusieron a un ritmo más próximo a cinco cuarenta y cinco que otra cosa. Algunos a este ritmo se hubieran podido echar una siestecita o tomarse algo.

Se puede decir que la media de Getafe es prácticamente llana con alguna leve inclinación más propia de canto de acera que de dificultad en sí, de modo que una vez cogido el ritmo, los kilómetros caían sin prisa, lentamente. Los primeros diez kilómetros pasaron en cincuenta y siete minutos.

- ¿Cómo vas?
- Bien, bien.

La segunda vuelta, con el cuerpo más entonado y teniendo la impresión de poder con la distancia, de poder llegar quiero decir, fueron aligerando el cuerpo, cogiendo ritmo y la segunda vuelta pasó más rápida que la anterior. Se sabe que el hecho de ir más rápido no implica que el tiempo pase más deprisa. Puede suceder lo contrario.

Hacia el kilómetro diecisiete, tramo que se pasa por el centro del pueblo, los getafeños que se levantan para ir a misa o para tomarse el aperitivo dominical se encuentran de repente con la marabunta. Alguno incluso pretende dar el paseo matinal por la calle principal como si nada y contra corriente.

- ¿Bajamos el ritmo?
- Vamos a aguantar que esto se acaba.

Un poco más adelante nos encontramos con la ultima recta, curva a la derecha, bajada, entrada al estadio y llegada. Total menos de dos horas.

Había mucha gente en la zona habilitada para quitarse el cacharrillo electrónico o chip . Mucha más que el año pasado cuando caía agua a cántaros. Los runners recogieron la bolsa de corredor. Una bolsa llena de cosas donde no había trofeo pero si camiseta. Se sentaron en la hierba para comerse una naranja y recogieron la mochila del guardarropa. Un poco más allá está la cafetería.

- ¿Una cerveza?
- Mejor en el barrio.

Desde allí se veía el podio que todavía estaba lleno de trofeos y sin estrenar (el de la foto).
Está bien esto de Getafe.

Jaal

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