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sábado, 28 de abril de 2012

Mapoma Km-39





Cuando los atletas del maratón llegan al kilómetro 39 del Mapoma y pasan por la estación de Atocha, prácticamente escuchan la megafonía de meta. Hasta ese momento la carrera ha sido exigente, llevan de subida continua los últimos 7 Kms. Saben que prácticamente todos los corredores que llegan a este punto van a terminar el maratón. Sin embargo al salir de la ronda de Carlos V les espera la última sorpresa. Algunos ya lo saben, no por eso lo temen menos. Son doscientos metros de fuerte subida en el inicio de la calle Alfonso XII. En algunos casos es la puntilla para seguir corriendo, en otros el reto de intentarlo.  Estas son algunas impresiones que me asaltaron durante la mañana del maratón cámara en mano.



A los africanos no se les oye y ni se les ve. No les oye las pisadas, ni la respiración. Si te pasa un africano mientras estás distraído o mirando para otro sitio no te vas a enterar de que pasa. Es como si se deslizaran o fueran en patines. En silencio. Alta tecnología



Mark Tanui - 4º Clasificado

Cuando vi al primer español no me podía creer lo viejo que era, pensé que debía tener no menos de sesenta años. Busque su nombre Elias Salvador Domínguez, edad  cuarenta años, tiempo 2h 28’ 44’’ El de abajo. Natural de Vigo.


Elías Salvador

En general los más rápidos, no dan la impresión de ir tan rápidos. De hecho dan la impresión de que hasta yo podía seguirles. Sin embargo, al estar junto a la verja del Retiro, pude comparar su  ritmo con los carreristas que bordeaban el  parque. Lo que sorprende es lo lento que van los del Retiro, con lo rápido que vamos los keniatas.



 Cuanto más rápido es un maratoniano más alta  lleva la cabeza en el km 39.





Por el cuestarrón del  km 39 vi algunas estampas

  • La del carrerista que estando preparado, y sin pasarse de revoluciones, sube según lo previsto. Hay atletas que se preparan para correrla en 2h 30’ y otros en 5h.  Mantienen la concentración, dominan el cuerpo y la carrera.
  • La del que llega al límite y sube al trote pero sufriendo como un condenado. Es la imagen del sufrimiento sin paliativos. No se atisban  matices u emociones, solo mal cuerpo. Se está a punto de petar pero hay una renuncia a hacerlo por las buenas. El cuerpo va a su bola y puede parar.
  • La del que explota. No siempre se puede seguir corriendo, a veces hay que parar porque no hay alternativa. En la parada y en el subir andando se aprecian estados de ánimos. Los hay contentos y se refleja en su rostro porque han hecho lo que han podido y van a llegar. Los hay con la derrota pintada en la cara porque después de 39 Kms han hecho lo que han podido y tienen que parar consecuencia de lo cual van a hacer un tiempo por debajo de sus expectativas y es un drama. 








  • Están los rostros de quienes inspiran compasión y agradecen que les animes y hasta que les des una palmada en la espalda. Por el contrario los hay indiferentes al comentario. Sabemos que no es así, pero lo parece.







Están los colegas blogueros que me vieron más de lo que yo les vi a ellos. Speedy Carlos y Charli me vieron. Reconocí a Belga y Gacela de Vallecas. Al Belga era la primera vez que me lo encontraba al natural y fue como si lo conociera de toda la vida. Se paró y estuvimos echando una parrafada. No le propuse  tomar una cerveza en el bar de enfrente porque parecía mal dadas las circunstancias. Gacela había pasado antes como un rayo.


Belgarion





Al subir la cuesta del Km 39 del Mapoma se tiene la primera intención de parar y una segunda seguir a ver que pasa. Es un reto dentro de un reto y los protagonistas de la carrera son capaces de transmitir eso que en el cine o en la pintura se simula. Emoción. Aquí es de verdad. En todos los rostros que aparecen en estas fotografías no hay rastro de impostura, son lo que parecen. Es la vida en crudo, sin apariencias.


miércoles, 18 de abril de 2012

Mapoma, los tormentos y el éxtasis




Todas las cosas tienen sus peculiaridades, los maratones también, el Mapoma también. Sabemos  que un maratón tiene claramente definidos sus tormentos, el muro, el calor o el frío, las cuestas, dolores variados, desasosiego generalizado en algún momento o hasta llegar al final. Aparte de estas generalidades cada maratón tiene esas pequeñas cosas que inciden o no en el tormento. El Mapoma tiene los suyos, así a grandes rasgos veo dos partes-tormento importantes, la primera el paso por la Casa de Campo después de dejar las multitudes de la Puerta del del Sol y aledaños, donde se oyen las respiraciones del personal y hasta los propios pensamientos y se toma conciencia de dónde estamos. La segunda que ahonda en la anterior se corresponde con los últimos nueve kilómetros que ya sabemos que son cuesta arriba. La primera va de los kilómetros 25 al 32 y la segunsda del 35 al final.

Cada una de las dos partes-tormento está dividida en microtormentos. En las dos veces que he corrido el Mapoma  las trompetas del purgatorio sonaron al comienzo de la segunda parte,  en el kilómetro 35 con ese cambio de nivel brutal y que está al comienzo de la calle Segovia, sí la de la foto de arriba. No es muy larga 300 - 400 mts, pero a esas alturas el cuerpo ya no está para bromas. Al terminar esta cuesta, se atisba el desenlace favorable de la carrera aunque queda lo mejor. La primera vez la terminé de subir andando, la segunda algo más parecido al correr.

Hay  estados que están en otros planos de la realidad como el no-tormento y que consiste en no poder acceder al tormento aún queriendo. Ese es mi caso. Es curioso, preferir el estado de tormento al no-tormentoso. Se sabe de la voluntad masoquista de los carreristas, pero es que al final se alcanza …..

.....el éxtasis


Solo me falta desearos justicia a los que vayais bien preparados y suerte al resto y que para bien sea un día inolvidable.

sábado, 14 de abril de 2012

Kilian y el vacío




Acabo de ver este vídeo de Killiam Jornet. En plena competición de Cavalls del Vent y estando en el grupo de cabeza, decidió parar. Da que pensar esto de parar. En el vídeo habla de perder la ilusión por la competición, como si una ventana se abriera a sus ojos, el habla de cerrarlos, y de perder el “placer de correr, de estar en la montaña”. Habla de la saturación de objetivos y de lo efímero de la fama y apela a la reflexión para seguir. Se plantea el sentido de lo que hace.  Manifiesta su necesidad de acompañar a la montaña más que vencerla . Es una experiencia sobre lo que hay detrás de algunas decisiones.
Mientras habla a cámara su forro polar luce la marca que organiza carreras, que se encarga de recompensarlas y de marcar los objetivos y que permite alcanzar, más todavía, la fama.