Esta semana he vuelto a correr tranquilamente por el parque en tres sesiones de una hora sin cuestas. Sorteando en algún caso correas extensibles de animales domésticos que atraviesan el camino e incluso al propio animal y al dueño. A veces mientras voy corriendo me da por pensar. Que me dé por pensar no es nuevo. Cuando era joven pensaba más, ahora solo de vez en cuando. Sorprendentemente los resultados son los mismos. Debe ser la experiencia. El objetivo es no pensar nada en absoluto.
Esta tarde iba pensando en el efecto Venturi sobre la maratona. Es un efecto que se produce cuando a un caudal de líquido, de agua por ejemplo, se le hace pasar por una sección de tubería más estrecha. Pensemos en un colador o en la imagen de arriba. Cuanto más cerca está de llegar al estrechamiento más velocidad lleva. No deja de ser agua a presión. Al salir vuelve a la velocidad inicial, a su estado inicial. Preparar un maratón tiene algo de efecto Venturi. Se comienza unos meses antes con rodajes suaves. Progresivamente se va yendo más deprisa, los rodajes son más largos, ahora unas cuestas, luego unas series para que no decaiga la fiesta, hasta llegar el día de autos en que se produce el desagüe y las cosas vuelven a la normalidad, produciendo una perdida de presión que viene acompañada de relajamiento general. Otra vez se siente el efecto de lo cotidiano de la vida en el parque. Hemos pasado el estrechamiento.
El efectoVenturi no es ninguna tontería, explica la rotura de las tuberías en las comunidades de vecinos, del vacío que se crea cuando pasa un camión a toda pastilla junto a nosotros y hasta del paso de una maratona, de la que pensábamos que no había leyes físicas que pudieran explicarla.