Seguidores

jueves, 15 de abril de 2010

X Media Maratón Madrid - Parrafada

Al prevalecer el aspecto lúdico sobre cualquier otra consideración, al terminar el segundo café de la mañana en uno de los baretos de la calle Menéndez Pelayo, reparamos en el detalle de que se nos estaba echando el tiempo encima. Al estar cerca del Retiro no tuvimos prisa, hasta que nos dimos cuenta de que no estábamos precisamente cerca de la salida.

Tuvimos que hacer las rutinas con cierto ritmo, que si el antiinflamatorio, sujetar el dorsal, buscar una tapia (esto era muy urgente), espera en el ropero. Ligero estiramiento, carrerita para entrar en calor. Eran las nueve menos cinco, a lo mejor eran menos diez. Encontramos una salida por entre los setos hasta el Paseo de Coches.

- ¿Nos quedamos aquí?
- Aquí mismo.

Miramos a nuestro alrededor y:

- Coño pero si estamos de los últimos.
- Mejor, así podemos ir todavía más despacio.

Y es verdad.

A pesar de la cantidad de gente que teníamos delante, me dio la impresión de que salíamos antes que el año pasado. O a lo mejor es que la memoria va a su bola. Pero sí. Tardamos más de cuatro minutos en salir pero se pasaron rápido.

A pocos kilómetros de empezar nos topamos con un runner que llevaba al perro a la carrera, con la lengua apunto de arrastre por la calzada.

- ¡Qué vas a matar al perro!
¡Culpa tendrá el perro de la afición carreril del dueño.!

Como se aventuraba una mañana calurosa fuimos buscando la zona de sombra. Llegamos a calle Bravo Murillo a casi seis minutos el kilómetro. Bien. Sin darnos importancia. Tomamos el primer avituallamiento en el kilómetro cinco, cosa que no pudimos hacer el año pasado. En general la carrera transcurrió ordenada, con sol y con un ambiente extraordinario. Fuimos algo más deprisa los siguientes kilómetros, esto no es difícil. Al bajar por el Paseo de la Reina Cristina, hacia el kilómetro 18 y mientras Oscar pedía que le dieran una cuesta (a partir del kilometro 18 pasan cosas raras por las cabezas), bajamos el ritmo notablemente ante la cercanía del cuestón de Alfonso XII y siguientes. Los que estaban alrededor hicieron lo mismo. Todos frenamos. Da que pensar este final. Bajo las alas de Lucifer pasamos algo atufados. Peso en las piernas. Luego quedan dos kilómetros de propina para relajarse y salir guapos en la foto. Hicimos menos de dos horas, como se puede ver abajo.

En la zona de recogida de mochilas nos encontramos con otro colega del barrio, otro runner de La Elipa, Carlos, que es un corredor de fuste que se presentó con otro Oscar de La Elipa, Óscar "el farmacéutico". Corren como diablos. Estos piernas son capaces de correr los 21 kilómetros en menos de hora y media independientemente de que haya pocas o muchas cuestas o de que el suelo esté lleno de barro. Reciban desde aquí un cordial saludo.

Vamos que estuvimos como en casa.

Por la tarde nos enteramos de lo que nunca debería ocurrir.

La foto es de la organización.

Jaal

1 comentario:

  1. Cada vez que leo una de vuestras crónicas, pienso si no me estaré tomando esto del correr demasiado en serio. Me lo tengo que mirar. Felicidades por disfrutar de esta forma.

    ResponderEliminar