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martes, 20 de octubre de 2009

XXIX Carrera internacional de la ciencia (Residencia de estudiantes)


Llegaron a la calle Serrano y una marabunta de correteadores subían hasta llegar a la altura de un callejón oscuro, muy oscuro, donde se iban metiendo sin hacer mucho ruido dadas las tinieblas. Era el acceso a la sede cenral del CSIC. Antes se podía ver el "Ramiro" y el polideportivo Magariños, antigua cancha del Estudiantes. A los runners les resonaba los gritos de la Demencia - "Estu, estu, estu!!!!!"

Al llegar al final del callejón se encontraban los mostradores que distribuían los chips. Estaban en lo que parecía un patio de colegio (el patio de la fotografía).
- Pero si esto es la "Residencia de Estudiantes". - Dali y Buñuel vomitaron aquí esa antipelícula titulada "Un perro andaluz" y otras ideas surreales. Ni se imaginaron que desde aquí saldría una carrera.
Junto a la Residencia cientos de correteadores deambulando, trotando, estirando. Había abundantes bombillas sobre los mostradores y en el guardarropa. Su luz le daba un ambiente festivo al patio, como de verbena de barrio, como de fiesta fin de curso.

- Me pone un bocadillo de gallinejas y un tinto.
- Que no son horas oiga !!!

Bueno. Llegado ese momento, lo que apetece a los runners de la Elipa es irse a tomar un café y un vaso de agua en barra. En la misma "Residencia de Estudiantes", un poco más abajo del guardarrropa, había un cartel que ponia : "Bar, cafetería".

- Aquí mismo.

Al abrir la puerta salió a recibirlos un guarda jurado.

- Buenas. ¿Está la cafetería abierta?
- No. Abren a las ocho y media. Los Domingos un poco más tarde.
Pero los runners insistieron:
- Y.... ¿Hay por aquí algún sitio abierto? - A los runners les gusta más la palabra garito que sitio pero hay que dar imagen de gente civilizada.
El guardia jurado se les quedó mirando con cara compasiva.
- Un bar a estas horas. En este barrio. Un domingo.

Como tenían tiempo de sobra, bajaron a la castellana a un garito de semilujo que estaba abierto. Dentro había una pareja de municipales y tres chavales con cara de sueño. La camarera les puso un café que era nespreso, no de máquina normal. Sobre la barra, en una esquina, había un bolso que podía estar confeccionado la piel de dos cocodrilos o más.

Y todavía no había comenzado la carrera.

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