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martes, 22 de junio de 2010

Caurca 2010 - Crónicle


Domingo antes de las nueve, suena el despertador. Hay carrera. Quedamos el runner Oscar y yo en las fauces del dragón y de ahí al gym del Carlos, entiéndase cafetería J.J. a tonificarnos el paladar. Una pareja que daba cuenta de un gim o algo parecido y con ojos de color rojo Caurca (ver camiseta de foto superior) y no precisamente producido por cloro de piscina, reconoce a Óscar. Esto se pone bien, verás como en lugar de ir a Carabanchel acabamos con estos de farra. . No me extrañaría que algún día de carreras acabáramos tomando el aperitivo sin enterarnos de donde está la salida carreril. Pero hoy no era el día así que nos fuimos a la plaza Elíptica.

El hecho de levantarse a estas horas de Domingo da derecho a ver cosas insólitas. Pudimos ver una de ellas a unos doscientos metros de donde se encontraba la pancarta de salida. En la misma calle. Nos encontramos con este coche al que se le supone infractor de varias cosas. El atento lector se dará cuenta de que hay dos señales de tráfico que están sobre el coche, no junto a o detrás de. Sobre el coche. Es una forma moderna de comunicar al infractor las faltas que ha cometido y como se supone que la autoridad o quien fuese no tenía papel y lápiz para hacerlo amablemente, optó por hacerle sentir de cerca las señales incumplidas. Ante la imposibilidad de inmovilizar al vehículo de forma ortodoxa procedió a meterle unos palos de fregona en las ruedas. Obsérvese también dónde estaba aparcado el cochecillo. No se respeta cruce, ni paso de cebra ni cosa que se le parezca. Vaya una gamberrada por otra gamberrada.


Pero hablemos de la carrera. Primeramente decir que todos los detalles organizativos estuvieron en su punto, por lo tanto muy bien la organización de Adcorebo. Respecto a las impresiones carretiles también bien. Era la tercera vez que nos presentábamos, conocemos el recorrido y se sabe donde hay que contenerse o lanzarse cual cabra loca cuesta abajo. Mi objetivo era subir la calle Secuoya, kilómetro siete, sin tener la sensación de estar medio muerto, que fue la sensación que tuve en las dos ediciones anteriores, así que me centré en eso y la verdad es que subí con soltura. A ver, tampoco es una soltura del tipo, “muy buenas sensaciones”, pero vamos que no me quejo. Al final llegamos en 50’. Minuto arriba o abajo.

La nota acongojante me sobrevino al llegar a la meta. No se si un poco antes o un poco después de mí, entró un chavalillo que debía tener no más de catorce años y no abultaba tener ni doce y vestía camiseta de un club de atletismo. Estaba completamente descompuesto en la meta y me dio la impresión que se había pasado varios pueblos sobre su capacidad máxima permitida. No exagero nada si digo que se tenía de pie con bastante dificultad. Le pregunté si estaba bien, me dijo que si y se fue tambaleante hacia la salida. Escenas como esta son inusuales pero no es la primera vez que veo algo parecido. Ver sufrir a un chaval. Padres, entrenadores o quien corresponda. Esto no es así.

A modo de ilustración he incluído unas fotos del inquietante dragón del barrio que permitió que este domingo nos acercáramos más de la cuenta porque nos tiene cierta confianza. Si venís por aquí poneros como mínimo a diez metros de distancia o correreis el riesgo de achicharraros.

Jaal


3 comentarios:

  1. Impresionante la foto del coche mal aparcado!

    Aunque está muy mal por parte de los padres y/u organizadores, los organizadores también tendría que prohibir que un chaval de 14 años corra una carrera tan larga para esas edades.

    Un saludo,

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  2. Imagino que se trata del mismo chaval que vi yo. Yo le adelanté antes del Gómez Ulla, iba acompañado de otra chica que tambien parecía joven, y tuve el mismo sentimiento que tu e incluso me pareció que ambos pertenecían a algún club por la vestimenta que llevaban.
    Por lo demás, donde está exactamente ese dragón que tenéis en la Elipa, por que en una de estas tardes que salgo a correr desde Vallecas, me acerco y le presento mis respetos.
    Salud¡¡¡

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  3. Este dragón a parte de ser un símbolo en la Elipa, salía en el comienzo de Barrio Sésamo hace ya unos cuantos años.

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