Cuando los runners de Elipa bajaban a toda pastilla por la avenida Príncipe de Vergara, pensaban que verdaderamente iban muy deprisa, en la medida de sus posibilidades claro y que era raro que pese a esa velocidad todavía hubiera mucha gente que les pasara con pasmosa facilidad. Estaban a punto de llegar al kilómetro cinco y con ganas de refrescar el gaznate cuando divisaron el puesto de avituallamiento y se llevaron la sorpresa de que no daban agua que echarse por la cabeza, sino una de esas bebidas refrescantes e isotónicas de llamativos colores que deben ser pegajosas para la piel y muy atractiva para las moscas del Retiro.
Afortunadamente no hacía calor suficiente y los correteadores decidieron prescindir de la ducha de media carrera. Se tomaron un tragillo de bebida coloreada y siguieron por la calle abajo.
Cosas de ricos.
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