Llegó el día de
La idea era salir los cuatro pero debido a que los del diez mil salían por una puerta y los de la maratona por otra, nos tuvimos que separar de Natalia antes de salir. Nos deseamos suerte.
Inicio –
Salimos los tres al trote cochinero, a casi siete minutos el kilómetro. Carlos conteniéndose. No se lo terminaba de creer. Es más creo que su memoria no le alcanzaba a recordar cuando fue la última vez que corrió un kilómetro en casi siete minutos. Si esto se llega a saber, su reputación se va a tomar viento. Así estaba de inquieto; que si me voy un poco para adelante, que si esperarme en el globo del 4h 30’, que si voy a hablar con el del traje de faralaes. En cuanto se dejaba llevar un poco, allá que se iba el Carlos.
Y Óscar provocando.
- Carlos, que te nos vas de las manos.
Y vuelta al redil,vamos al trote, al límite del siete.
- Aún podemos ir más despacio.
Hasta que en una de esas lo perdimos para siempre. De hecho no volvimos a saber de él hasta las siete de la tarde.
Km 8 – Duque de Pastrana
Nos quedamos solos Oscar y yo ante el peligro. Por allí aparecieron unos riojanos. Eran cuatro. El mayor se quedó a hablar con nosotros:
- Ese que véis allí, el que tiene pinta de atleta corrió hace quince días la maratón de Paris en 2h 45’’. Aquí ha venido a acompañarnos. Los otros dos son pareja, se apuntan a todas las que pueden. Esta es mi noventa y seis (96) maratón. La de Madrid la he corrido veintitrés (23) veces.
Organizaban carreras de montaña por
Llegamos a Colombia. Más de una hora corriendo. Vamos bien de ritmo. Me empieza a molestar el gemelo derecho. Nunca hasta la fecha había sentido molestia en gemelo. Hoy no podía ser el día. Pero así anduve seis o siete kilómetros. Inquietud
Km 18 Gran Vía – Sol
Cantidad de gente en las aceras animando, haciendo fotos. En todas las carreras que llevo nunca había sentido el ánimo de la afición de esa manera.
Óscar reconoce a un kioskero de la calle Mayor, le llama a voz en grito. El kioskero saluda. Se le pasa el flato que llevaba arrastrando desde hacía dos kilómetros. Un poco más adelante y a la altura del Palacio Real, Óscar saca el teléfono móvil en modo grabadora. Decimos unas palabras mientras pasamos por debajo de un arco del ejército. Posteriormente el teléfono se acabaría rompiendo.
Km 21 Ferraz y Media Maratón
Por la cuesta de Ferraz empiezo a sentir calor de verdad. Hasta ese momento lo había sentido, pero no mucho. Comienzo a notar el paso de los kilómetros. Me meto debajo de las duchas. El paso se me hace muy rápido. Hubiera estado un poco más dentro.No me encuentro muy cómodo. Dejamos de hablar con regularidad. Cada cinco kilómetros chocamos las manos, nos animamos. Me recupero bajando por el parque del Oeste hasta el Puente de los Franceses. Óscar va bien. Me han desaparecido las molestias del gemelo. Llevamos dos horas y ocho minutos.
Km 25 Casa de Campo
Otra ducha antes de la entrada a la casa de Campo. Me veo desanimado. Bebo una botella de agua, la otra me la echo por la cabeza. Dos vasos de bebidas isotónicas. No hablamos. Siento calor. Comienzo a tirar de imágenes mentales. Intento visualizar secuencia de corredores. El estilo de Cierpinski, luego el de Marti Vainio. Entramos en
Un poco más adelante Óscar se para a beber, yo aminoro el ritmo, no me atrevo a parar. Siento que si paro no pueda seguir. Dolor de rodillas. De las dos rodillas. Salimos vivos de la casa de Campo. “Óscar que llegamos”
Km 34 Puente de San Isidro
Aún me dura el subidón de la casa de Campo. Cruzamos por el Puente de San Isidro y siento como cae el sol a plomo. Siento mucho calor y mucha sed y eso que no paro de beber agua. Miro hacia donde debería estar Oscar pero no está. Veo un puesto de avituallamiento. Paro a esperarle. Me tomo una botella de agua, la otra me la echo por la cabeza. Bebo tres vasos de bebidas isotónicas. Óscar no viene. Creo que las rodillas van decir basta. Estoy solo. Sigo.Veo gente parada, ambulancias, pero la mayoría están bien. Corren o caminan. Más imágenes. Más pensamientos positivos.
En la medida de lo posible procuro reconocer el terreno antes de las carreras. Creía que esta parte la conocía. Hasta que me encontré con la cuesta de Ronda de Segovia. Esto no me lo esperaba. No pude pensarlo. Automáticamente vi aquello, paré y subí andando. No estaba previsto. Pero estaba agotado. Al doblar la curva vi la ligera cuesta del Paseo Imperial. Estoy acostumbrado a subir cuestas. Comencé a tirar del núcleo duro de las imágenes. Empecé a pensar en mi mujer, en mi hijo, en mis padres en que me estarían esperando. Me concentré en correr correctamente, en mover los brazos, en no desperdiciar energías. De vez en cuando miraba hacia atrás. Óscar no viene. Seguía viendo mucha gente animando en las aceras, en las terrazas de Paseo de
Km 39 - Atocha
Llegando a Atocha volví a reconocer a Natalia que me estaba esperando para hacer los últimos tres kilómetros, previamente había terminado la carrera de los diez kilómetros.¡Qué moral!. El tramo que acababa de pasar había sido un auténtico infierno. Se podría decir que no era persona, no se lo que era, pero no era persona. Vi a Natalia y volví al mundo de los vivos. Me acompañó durante los tres kilómetros que quedaban. Me dio agua y no paró de hablarme hasta el final. Paré en la cuesta de Menéndez Pelayo porque no podía más, pero una vez arriba enfilamos el tramo final hasta la meta. En la puerta del parque me estaban esperando Nati y Guillermo que se vino conmigo hasta la llegada. ¡Qué momento! Recorrimos los últimos metros y al cruzar la meta me abracé a él.
Tardé 4h 20' y si hubiera tardado 10 horas la alegría habría sido la misma.
Óscar llegó después. Le esperaba su familia Mari y Óscar Junior y su entrada fue triunfal. No conozco a nadie que tenga la capacidad de resistencia que tiene Óscar.
Carlos llegó antes. Había quedado a comer. Menos mal que no quedó a desayunar.
Sois unos fieras.
El camino continúa.
Jaal